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El orfismo (infrecuentemente llamado orficismo; en griego antiguo, Ὀρφικά, romanizado: Orphiká) es el nombre dado a un conjunto de creencias y prácticas religiosas,[1] una corriente religiosa de la antigua Grecia y el mundo helenístico, así como entre los Tracios,[2] asociada a la literatura atribuida al mítico poeta Orfeo, maestro de los encantamientos, que descendió al inframundo griego y regresó. Al poseer elementos propios de los cultos mistéricos, se le suele denominar también como misterios órficos.
Los órficos veneraban a Dioniso (que una vez descendió al inframundo y regresó) y a Perséfone (que descendía anualmente al inframundo durante una temporada y luego regresaba). El orfismo ha sido descrito como una reforma de la anterior religión dionisíaca, que implica una reinterpretación o relectura del mito de Dioniso y una reordenación de la Teogonía de Hesíodo, basada en parte en la filosofía presocrática.[3]
El eje central del orfismo es el sufrimiento y la muerte del dios Dioniso a manos de los titanes, que constituye la base del mito central del orfismo. Según este mito, el niño Dionisio es asesinado, despedazado y consumido por los Titanes. En venganza, Zeus golpea a los Titanes con un rayo, convirtiéndolos en cenizas. De estas cenizas nace la humanidad. En la creencia órfica, este mito describe a la humanidad como poseedora de una doble naturaleza: el cuerpo (en griego antiguo, σῶμα, romanizado: sôma), heredado de los Titanes, y una chispa o alma divina (en griego antiguo, ψυχή, romanizado: psukhḗ), heredada de Dionisio.[4] Para lograr la salvación de la existencia titánica y material, había que iniciarse en los misterios dionisíacos y someterse a la teletē, una purificación ritual y revivir el sufrimiento y la muerte del dios.[5] Los órficos creían que, tras la muerte, pasarían la eternidad junto a Orfeo y otros héroes. Creían que los no iniciados (en griego antiguo, ἀμύητος, romanizado: amúētos), se reencarnarían indefinidamente.[6]
Para mantener su pureza tras la iniciación y el ritual, los órficos intentaban llevar una vida ascética libre de contaminación espiritual, sobre todo mediante la adhesión a una estricta dieta vegetariana que también excluía las habas.