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En la mitología griega, Érebo (en griego antiguo Ἔρεβος Érebos, ‘oscuridad’, ‘negrura’ o ‘sombra’) era un dios primordial, personificación de la oscuridad y la sombra, que llenaba todos los rincones y agujeros del mundo. Se decía que sus densas nieblas de oscuridad rodeaban los bordes del mundo y llenaban los sombríos lugares subterráneos.[1] El propio Caos lo había engendrado tanto a él como a su hermana Nix, la Noche, y fruto de la unión de los dos hermanos nacieron sus opuestos: Éter y Hemera.[2] En los poemas órficos es mencionado como Skotos o Escoto (Σκότος), nacido junto a Poro y Tecmor, todos ellos nacidos de dos dioses primordiales: el Tiempo y Ananké.[3] Autores latinos atribuyeron gran cantidad de descendientes a Érebo y la Noche, todos alados, funestos y errabundos, como Tánatos, Hipnos, Eris, Moros o Geras, entre muchos, pero otros tenían alguna cualidad redentora, como Eros, Eleos y Epifrón. También pudiera ser el padre de Ptono y Caronte, pero ninguna fuente nos ha transmitido tal filiación. Higino es el único autor que opina que la Oscuridad (Caligo) fue el origen de todo.[4][5]