En la
mitología griega,
Lamia era una reina de
Libia a la que
Zeus amó, hija de
Poseidón y Libia.
Hera la transformó en un monstruo y mató a sus hijos (o, en otras versiones, mató a sus hijos y fue la pena lo que la transformó en monstruo).
Lamia fue condenada a no poder cerrar sus ojos de tal forma que siempre estuviera obsesionada con la imagen de sus hijos muertos. Zeus le otorgó el don de poder extraerse los ojos para así descansar, y volver a ponérselos luego.
Lamia sentía envidia de las otras madres y devoraba a sus hijos. Tenía el cuerpo de una serpiente y los pechos y la cabeza de una mujer. Solía ser femenina, pero ocasionalmente se la consideraba masculina o hermafrodita.