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Donatien Alphonse François de Sade, más conocido nobiliariamente por su título de marqués de Sade (París, 2 de junio de 1740-Charenton-Saint-Maurice, Val-de-Marne; 2 de diciembre de 1814), fue un escritor, ensayista y filósofo francés, autor de numerosas obras de diversos géneros que lo convirtieron en uno de los mayores y más crudos literatos de la literatura universal. Entre sus obras están Los crímenes del amor, Aline y Valcour y numerosas obras de diversos géneros. También le son atribuidas Justine o los infortunios de la virtud, Juliette o las prosperidades del vicio y La filosofía en el tocador, entre otras.
Le es atribuida también la famosa novela Los 120 días de Sodoma o la escuela de libertinaje, que fue publicada recién en 1904 y que sería su obra más famosa. Fue adaptada al cine en 1975 por el autor y cineasta neorrealista italiano Pier Paolo Pasolini, quien sería asesinado después por filmarla ese mismo año.
En sus obras son característicos los antihéroes, protagonistas de violaciones y de disertaciones en las que justifican sus actos, según algunos pensadores, mediante sofismas. La expresión de un ateísmo radical, además de la descripción de parafilias y actos de violencia, son los temas más recurrentes de sus escritos, en los que prima la idea del triunfo del vicio sobre la virtud.
Fue encarcelado bajo el Antiguo Régimen, la Asamblea Revolucionaria, el Consulado y el Primer Imperio francés, pasando veintisiete años de su vida encerrado en diferentes fortalezas y «asilos para locos». Sade luego se referiría a este período en 1803 diciendo: «Los entreactos de mi vida han sido demasiado largos».[1] También figuró en las listas de condenados a la guillotina.
Protagonizó varios incidentes que se convirtieron en grandes escándalos. En vida, y después de muerto, le han perseguido numerosas leyendas. Sus obras estuvieron incluidas en el Index librorum prohibitorum (Índice de libros prohibidos) de la Iglesia católica.[2]
A su muerte era conocido como el autor de la «infame» novela Justine, por lo que pasó los últimos años de su vida encerrado en el manicomio de Charenton. Dicha novela fue prohibida, pero circuló clandestinamente durante todo el siglo XIX y mitad del siglo XX, influyendo en algunos novelistas y poetas, como Flaubert, que en privado lo llamaba «el gran Sade», Dostoyevski, Swinburne, Rimbaud o Apollinaire, quien rescata su obra del «infierno» de la Biblioteca Nacional de Francia, y que llegó a decir que Sade fue «el espíritu más libre que jamás ha existido».[3][4]
André Breton y los surrealistas lo proclamaron «Divino Marqués» en referencia al «Divino Aretino», primer autor erótico de los tiempos modernos (siglo XVI). Aún hoy su obra despierta los mayores elogios y las mayores repulsas. Georges Bataille, entre otros, calificó su obra como «apología del crimen».[5]
Su nombre ha pasado a la historia convertido en sustantivo. Desde 1834, la palabra «sadismo» aparece en el diccionario en varios idiomas para describir la propia excitación producida al cometer actos de crueldad sobre otra persona.