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La voz Alcázar, del árabe القصر -al qaçr-, sirve para definir una residencia real fortificada. Tal como ya nos lo indica el Diccionario de la Lengua Castellana, en su primera edición de 1870: "Llamáronse así antiguamente los palacios de los Reyes, y grandes señores, porque todos eran fuertes".
En este contexto son varios los palacios que han recibido esta denominación en nuestro país, si bien en puridad, tan solo deben ser considerados alcázares las residencias reales.
Así tendríamos que únicamente los de Sevilla y Segovia son verdaderos alcázares puesto que desde un principio fueron concebidos como tales; otros, entre ellos muy principalmente los de Madrid y Toledo, no fueron residencias reales hasta muy tarde, el primero en tiempos de los Reyes Católicos y el segundo con Carlos I y, aunque denominados alcázares con anterioridad tan solo adquirirían tal condición en los tiempos indicados.
Muchas ciudades de España utilizan también la palabra alcázar para nombrar antiguos palacios musulmanes (del periodo califal o de las taifas) reconstruidos por los reyes cristianos posteriores.
Son numerosos los topónimos relacionados con esta palabra y sus derivaciones: Alcázar (de San Juan, del Rey, Guadalcázar, etc.), Alcácer (en valenciano o catalán, cfr.: Alcàsser), Alquézar, Alcazarejo de los Altamirano; Alcocer de Planes (Alcosser), Alcocer y Alcocero (de al-quṣayr, diminutivo árabe de al-qaṣr); Alcazarén (de al-qaṣrayn, dual de al-qaṣr); Belalcázar (y el antropónimo Balcázar); incluso exónimos como el caso de Alcazarquivir. También el portugués Alcácer do Sal.