La palabra
bruja se puede emplear en ambos géneros, aunque el cambio de género conlleva connotaciones distintas y es mayormente expresado en femenino.
Etimológicamente, bruja parece derivar del
íbero “bruixa” y más claramente del
gallego ‘bruxa’ (aunque la forma popular en gallego es "meiga"). El término abarca tres conceptos distintos:
● Por un lado se aplicaría a una mujer con una supuesta capacidad de poderes sobrenaturales.
● Por otro, se aplicaría a aquellas mujeres versadas en la
Alquimia y en hechizos o recetas mágicas.
● Por último, la iglesia católica considera además a las brujas como a aquellas mujeres que sin poseer tales capacidades o conocimientos participan en
aquelarres. Es decir, en rituales de corte satánico.