sust. masc.
1) Patología. Enfermedad celular que destruye los tejidos orgánicos. Cuando forma tumores, se le conoce también por carcinoma. Debe su nombre al hecho de que emite cordones o fajas radiantes, llamadas también raíces, que invaden los tejidos circundantes. Da lugar a él la neoformación (neoplasia) en un tejido, de células diferentes (cancerosas) a las que normalmente se forman en él, o sea, las que están determinadas por su estructura, funcionalismo, capacidad de reproducción y disposición. Estas células son, por lo general, de mayor tamaño que las normales, poseen un núcleo monstruoso y se reproducen activamente; su disposición es, en conjunto, anárquica. Al avanzar en su proceso reproductivo, destruyen y reemplazan los tejidos y órganos vecinos; en los casos en que son arrastradas por la sangre u otros humores, dan lugar a nuevos focos con desaparición o no del primero (metástasis). A un conjunto de células cancerosas se les da el nombre de tejido canceroso; éste puede anidar en cualquier órgano o tejido, incluso el óseo; es decir, que existen tantas variedades de cáncer como tejidos pueden ser atacados por él. El cáncer de la sangre recibe el nombre de leucemia.
2) Nuevos tratamientos: Quimioterapia: Un problema en los tratamientos de quimoterapia contra el cáncer consiste en que varios medicamentos que se usan ahora no sólo matan a las células malignas, sino a las sanas. Los investigadores se hallan frecuentemente frustrados en sus intentos por encontrar proteínas que específicamente ataquen a las células cancerosas, mientras dejan a las sanas intactas. Actualmente los investigadores de tres instituciones de la Bristol Myers Squibb Pharmaceutical Company han hallado una bomba molecular inteligente que, aparentemente, sólo ataca a los tumores malignos. La Dra. Pamela Trail y sus colegas han combinado el medicamento doxorrubicina, comúnmente usada en la quimoterapia, con un anticuerpo monoclonal BR96, con el resultado de que ataca un objetivo molecular específico o antígeno. Esta investigación ha sido supervisada por el Dr. Lance Liotta, del Instituto Nacional del Cáncer, en Bethesda, (EEUU). La técnica puesta en práctica en los laboratorios de investigación de Squibb de Nueva Jersey, Washington y Connecticut demuestra lo siguiente: Una vez que el anticuerpo se dirige al antígeno, que se encuentra en abundancia en la superficie de las células cancerosas, es absorbido por las células, que pueden ser entonces exterminadas por la doxorrubicina. Grandes tumores del pecho, los pulmones y el colon que habían sido implantados en ratones y se les había permitido proliferar en un lapso de dos semanas a veintiséis días, fueron disueltos en un 70%. Pruebas similares hechas en ratas resultaron en un 94% de curación. En comparación, los roedores no sometidos a tratamiento o tratados sólo con doxorrubicina sin el anticuerpo o tratados con inyecciones de anticuerpos sin doxorrubicina, murieron rápidamente a consecuencia de los tumores. A los tumores implantados por la doctora Trail se les permitió crecer durante un tiempo limitado antes de intentar curarlos, haciendo así que los resultados fueran significativos. Pero lo más importante fue que los tejidos normales de los roedores salieron indemnes de esos experimentos, llevando a la conclusión de que el tratamiento combinado ataca preferentemente el tejido afectado. Un problema potencial que se está tratando de resolver es que las proteínas de los anticuerpos monoclonales, un cruce de anticuerpos de ratones y de seres humanos, han producido fuertes reacciones contra los anticuerpos de ratón en las pruebas con seres humanos.
3) La enzima telomerasa. Ha sido descubierto lo que en opinión de los científicos puede ser el evento crítico que hace inmortales a todas las células cancerosas y les permite multiplicarse indefinidamente. Este conocimiento, según dicen, podría llevar con relativa rapidez al desarrollo de un nuevo tipo de tratamiento del cáncer que seria efectivo contra muchas o quizás todas las formas de la enfermedad. El hecho crucial consiste en que las células cancerosas de alta malignidad reactivan de algún modo un gene que ha estado durmiente durante mucho tiempo y producen una enzima que invierte el proceso normal de envejecimiento de la célula. Como resultado, las células cancerosas pueden seguir multiplicándose indefinidamente incluso mientras las células normales (cuyo gene productor de la enzima permanece inactivo) envejecen y desaparecen. Irónicamente, es esta virtual inmortalidad de las células cancerosas lo que resulta fatal para los individuos en los que ellas aparecen. Sin embargo, con la muerte de la persona se produce también la muerte de las "inmortales" células cancerosas. Los investigadores, que han publicado sus hallazgos en las actas de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, declaran que posiblemente dentro de dos años comenzarán las pruebas de un medicamento que esperan habrá de impedir la producción de la enzima en los pacientes de cáncer. Si este tratamiento hipotético diera resultados, las células cancerosas envejecerían rápidamente y morirían. A pesar de que estos hallazgos están aún en una fase inicial (ni siquiera se han hecho pruebas con animales), algunos destacados investigadores biomédicos los han considerado un gran adelanto. "Estamos muy optimistas, proque esta es una oportunidad única para inhibir el crecimiento de las células del cáncer", dice Huber Warner, un funcionario del Instituto Nacional de la Vejez, uno de los Institutos Nacionales de la Salud, que patrocina las investigaciones de acuerdo con la Sociedad de Investigación del Cáncer de Quebec, Canadá. "La importancia inmediata y el más interesante aspecto de este trabajo", dice Warner, está en la posibilidad de dirigir el tratamiento específicamente a las células cancerosas, sin dañar las células normales, muchas de las cuales mueren al aplicar la quimoterapia convencional, lo que causa graves efectos colaterales. Un medicamento para impedir la producción de la enzima no debería, teóricamente, ofrecer ningún riesgo para las células normales, que, según se cree, no la producen. Existe, sin embargo, una excepción: las células gónadas, productoras del semen y los óvulos. Estas células sí producen y utilizan la enzima, porque para transmitir la vida a una nueva generación tienen que ser, en realidad, inmortales. Al impedir la producción de la enzima, es posible, por lo tanto, que el medicamento dañe estas células y quizás cause esterilidad o defectos en el feto. Esta nueva investigación es dirigida por Calvin B. Harley en la Universidad de McMaster, en Hamilton, Ontario, Canadá. Harley ha dejado temporalmente McMaster y está trabajando en la Geron Corp., una empresa biotecnológica de Menlo Park, (EEUU), que trata de desarrollar un medicamento que impida la producción de la enzima. Lo que Harley y sus colegas canadienses han hallado es la primera prueba directa de que las células cancerosas en los seres humanos producen una enzima llamada telomerasa, que las células humanas normales, excepto las gónadas, no producen. Los biólogos de muchos laboratorios han estado rastreando la telomerasa durante varios años por la tentadora evidencia del papel que juega en el proceso del cáncer y el envejecimiento.