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El fenómeno histórico de la cristianización, la conversión de individuos o de pueblos enteros al cristianismo, también incluye la práctica de eliminar o transformar las culturas, creencias y tradiciones paganas de los convertidos y ajustarlas a los usos cristianos.
La práctica de la cristianización fue, en ocasiones, un proceso violento, al ser utilizada tras campañas militares que buscaban la dominación de otros pueblos o como herramienta política para lograr la uniformidad religiosa de los habitantes de un territorio.
En la Antigüedad y en la Edad Media, la cristianización se llevó a cabo destruyendo sitios de culto tradicionales o convirtiéndolos en iglesias cristianas, demonizando a los dioses paganos o criminalizando como brujería prácticas religiosas ancestrales, lo que podía llevar aparejado el uso de la tortura y la pena de muerte.[1]
La reforma de actividades y creencias culturales y religiosas nativas a una forma cristianizada fue sancionada oficialmente. En la Historia ecclesiastica gentis Anglorum de Beda el Venerable se recoge una carta del papa Gregorio Magno a Mellitus, sosteniendo que las conversiones serían más sencillas si se permitía a la gente conservar las formas superficiales de sus tradiciones, mientras que demanda que las tradiciones deberían estar en honor al Dios cristiano, " al extremo que, mientras que algunas satisfacciones superficiales se les sean permitidas, pueden más fácilmente dar consentimiento a las consolaciones internas de la tolerancia de Dios".[cita requerida] Esencialmente, se pensaría que todavía existieran las tradiciones y las prácticas, pero que el razonamiento que había detrás de ellas fue olvidado. La existencia del sincretismo en la tradición Cristiana ha sido reconocida a lo largo de los años por los eruditos, y recientemente muchos de los casos del sincretismo también han sido reconocidos por la Iglesia católica.
Los estudios humanistas de la Antigüedad y de la Reforma Protestante se combinaron en el siglo XVI para producir los trabajos de beca marcados una agenda que fue ocupada con la identificación de prácticas católicas con paganismo, e identificando las iglesias protestantes emergentes con una purgativa "re-Cristianización" de la sociedad. El erudito luterano Philip Melanchthon produjo su Apologia Confessionis Augustanae en 1530, que detallaba los ritos supuestamente derivados de prácticas paganas. Heinrich Bullinger terminó su De origine erroris libris duo en 1539 en el cual detalló los supuestos orígenes paganos de las doctrinas católicas.
Isaac Casaubon, De rebus sacris et ecclesiasticus exercitationes en 1614 realizó un tercer ejemplo familiar, donde se manifestaba que las becas estaban de alguna manera comprometidas para la abogacía de sectas. Es así como tales precedentes paganos para la práctica cristiana han tendido a ser abolidas o aún a ser desechadas a veces por los apologistas cristianos como forma de Apologética protestante.
El siglo XX consideró investigaciones más puramente históricas, libre de prejuicios sectarios; una obra clásica temprana en este campo del estudio era The Survival of the Pagan Gods: the mythological tradition and its place in Renaissance humanism and the arts de Jean Seznec en 1972.