Idioma egipcio.
El término comprende en su acepción común, la cultura desarrollada en el antiguo Egipto a lo largo de un período de tiempo comprendido entre 30-40 siglos, desde la época prehistórica hasta el período de florecimiento del arte copto. El período prehistórico desemboca en la unificación del Alto y el Bajo Egipto; (pinturas de Hierakompolis, tablillas trabajadas con relieves). Estas últimas, simples lajas de piedra de pequeño tamaño, alcanzaron carácter conmemorativo y oficial y la temática de su decoración está inspirada en acontecimientos históricos importantes (paleta de Narmer). En el Imperio Antiguo (2850-220 antes de Cristo), los monumentos funerarios de los reyes son testimonio de la arquitectura que tendrá dos tipos de manifestaciones bien diferenciadas; la pirámide y la mastaba. Los faraones del período thinita poseían sepulturas duplicadas; las de Abydos (cenotafio en forma de túmulo) y las de Menfis (tumbas con habitaciones). A la III dinastía corresponde el complejo funerario del faraón Zoser; ligado al nombre de Imbopte, al que se debe la utilización de la piedra calcárea en lugar de madera y ladrillo. Con la llegada de la IV dinastía del esquema escalonado se pasa a la pirámide geométrica. El complejo arquitectónico de las pirámides construido en Giza por Keops, Kefrén y Mikerinos está inspirado en formas rigurosamente geométricas. Las necrópolis de los funcionarios reales eran las mastabas, tumbas en forma de túmulo. Ligada a la arquitectura se desarrolló una decoración mural, constituida por pintura y por relieves policromados que hacían referencia a temas de la vida cotidiana. Tales ornamentaciones tenían la función de garantizar al muerto una supervivencia en el más allá. Las dos técnicas (pintura y relieve) afrontaban el problema de plasmar tres dimensiones en una superficie bidimensional (la parte central del cuerpo representada de frente, la cabeza y las piernas de perfil, etc.). De este mismo principio derivó la escritura jeroglífica (decoración de la mastaba de Hesyre y de Ti). En el Primer período intermedio (VII-X dinastía; 2200-2052 antes de Cristo) el equilibrio de la etapa precedente se rompió con la caída del imperio meofita. En el Imperio Medio (2052-1178 antes de Cristo), se reconstruyó la unidad nacional, la arquitectura funeraria y la religiosa alcanzaron la grandiosidad del período precedente. La más alta expresión artística del período se manifestó a través de la estatuaria, colosales figuras de granito rojo o de piedra dura negra. Fueron distribuidas por todo el país (estatuas de Sesostris I, Sesostris III, las esfinges de Ammenehmet, etc.) Durante el Imperio Nuevo, Egipto nuevamente unificado, estableció su capital en Tebas y vivió el período más esplendoroso de su historia. Los edificios destinados a templos son regularizados y sistematizados en una forma característica: el ingreso está formado por pilones (con dos torres que se estrechan en lo alto), ante los cuales había un vial de acceso flanqueado por esfinges y parejas de obeliscos; a continuación se accedía a un patio en forma de cuadrilátero y de allí a la sala hipóstila (obra de Tutmosis III en el santuario de Amón en Karnak). A Amenofis III se debe el templo de Luxor, donde está aún más acentuado el carácter colosal. Del período intermedio de el Amarna se conocen escasas muestras arquitectónicas: la ciudad de Akhenaton. Se vuelve al modelo de construcciones de Karnak con Seti I y Ramsés II (templo de Abu-Simbel). En el Imperio Bajo (935-333 antes de Cristo) con las dinastías etíope y safta y las divisiones políticas del país cesó casi por completo la edificación monumental. Con la conquista de Alejandro y posteriormente bajo la dinastía tolomeica, Egipto entró a formar parte de la cultura mediterránea. Son importantes los monumentos arquitectónicos (Edfu, Kom Ombo, Philae).