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Eduardo Martínez de la Pera fue un pionero del cine argentino, nació en la ciudad de Buenos Aires en 1880 y murió en enero de 1969. Sus inicios fueron en la fotografía y rápidamente llegó a ser considerado el mejor laboratorista del país.[1]
Con su gran amigo y pariente Ernesto Gunche lograron numerosos premios nacionales e internacionales (por ejemplo Medal of Honor in the Panamá – Pacific International Exposition en San Francisco). Una común inquietud los lleva a filmar documentales en la provincia de Misiones y las Cataratas del Iguazú: Cataratas del Iguazú sería el título más notorio de esa serie documental.
El cine argentino daba sus primeros pasos de la mano de Eugenio Py (francés radicado en San Martín), Max Glücksmann, Julio Alsina, Mario Gallo y Federico Valle. Sus obras eran todas breves.
En 1914 Amalia de Enrique García Velloso, inició la era del largometraje. En este nuevo tiempo se inscribe el caudal mayor de Martínez y Gunche constituidos en sociedad formal después de que su película Nobleza gaucha (1915) los vinculara con Humberto Cairo.
Nobleza Gaucha fue el primer gran suceso del cine argentino. Generó la primera explosión popular que marcó el comienzo de un cine de identidad nacional, de fuerte raigambre en el público de la época. Esto permitió que la sociedad Gunche / de la Pera invirtiera en la construcción del primer gran estudio para la realización de películas, que se inauguró en el barrio de Belgrano.
Luego vino otro gran suceso con Hasta después de muerta (1916), protagonizada por Florencio Parravicini. Después vendrían En la Sierra (1918), La casa de los cuervos (1923) y El Fausto Criollo (1923).
A Martínez de la Pera se le deben los primeros ensayos nacionales de microcinematografía, en cortos sobre el cáncer o los peligros de infecciones: Los Peligros del Cáncer, asesorado por el Dr. Ángel Roffo y Los peligros del mosquito que trascendió fronteras en la consideración científica.