Historia. Habitaban los antiguos etruscos de Italia central, llamada Etruria (hoy Toscana) limitada al N por el valle de Arno. Al S por el Tiber, al E por los Apeninos, y al O por algunos puertos del mar Tirreno. Parece ser que los etruscos fueron de la raza indogérmanica o aria, y que invadieron Italia procedentes del Asia Menor. La base de las instituciones de las tribus etruscas fue, como en Grecia, la ciudad, con un consejo compuesto por los principales ciudadanos para la dirección de los negocios públicos, y un jefe "lucumón", que asumía el poder civil, militar y religioso. Las ciudades aunque independientes entre sí, formaban una unidad nacional, con tres ligas de doce ciudades cada una, unidas por el sistema político federativo; la Etruria propiamente dicha, la de los Apeninos y de la Campania. Crecían los etruscos en otra vida, en un Dios supremo y en doce dioses mayores (dii consentes), seis varones y seis hembras, que formaban el consejo de la divinidad suprema y representaban sus atributos. Concedían gran importancia a las vísceras de los animales y a los relámpagos, como manifestaciones de la voluntad divina. Creían en un "averno" subterráneo del cual las almas, mediante misteriosos sacrificios, podían libertarse y subir a la morada de los dioses. El mundo era para los etruscos perecedero y finito, con un principio y un fin. El pueblo etrusco conoció desde muy antiguo el alfabeto, procedente de la antigua lengua ética, oriéntandose su escritura de derecha a izquierda. No se conoce una literatura etrusca, limitándose los textos encontrados a libros sagrados. Sin embargo, tenían amplio conocimiento de las matemáticas, siendo al parecer los creadores de las llamadas cifras romanas. Conocían la astronomia, y estudiaron los fenómenos celestes. Medían el tiempo en un año de trescientos cuarenta días, divididos en diez meses. Siendo un pueblo eminentemente marítimo, comercial e industrial, sus puertos se convirtieron en emporio de un floreciente comercio entre los pueblos de la Galia y de la Iberia por una parte, y los de Italia y Grecia por otra. Establecieron colonias en Córcega, Cerdeña y en Elba; sus buques dominaron los mares de Italia; sus corsarios devastaron las costas de Sicilia y de la Magna Grecia, y hasta se presentaron en el mar Egeo. Fue un poder marítimo formidable que alcanzó su máxima potencia expansiva en los siglos VII y VI a. de J. C., pero que declinó hacia el año 500 como consecuencia de la derrota infligida a su flota por Hieron de Siracusa, y por el creciente poderío de Roma. Estuvieron dotados de gran talento artístico, sabiendo asimilar las artes de otros pueblos antiguos, muy particularmente de Grecia. Tuvo el arte etrusco su grado de mayor esplendor en la época comprendida entre los años 800 a 400 a. de C., y comenzó su decadencia con el dominio romano, manteniendo el carácter propio de su arte hasta una época avanzada. Donde más sobresalieron los etruscos fue la arquitectura. La construcción de bóvedas, que comprueba una influencia asiática, fue practicada como uno de los más importantes elementos arquitectónicos así como la arcada. Trabajaban la piedra con gran perfección y usaban la columna etrusca, derivada de la dorica, capiteles de tipo jónico con numerosas variantes; placas de tierra cocida policromada, y tejas de la misma materia para cubiertas de templos y edificios principales. La casa urbana era de planta cuadrada, con un patio central al que comunicaban directamente un vestíbulo, una sala y los dormitorios. En cada agrupación urbana se levantaba sobre un basamento el templo, de marcadas características helénicas. La planta era la de un paralelogramo rectángulo con una longitud seis veces mayor que su anchura y orientada de S a N. La fachada principal estaba formada por una gradería que conducía a un pórtico sostenido por columnas. La parte posterior o trasera consistía en una celda dividida interiormente en tres naves. Cada ciudad resolvía el sistema de desagüe mediante la circulación de cloacas en el subsuelo siendo en este aspecto una de las obras más importantes la Cloaca Máxima de Roma. Las sepulturas etruscas, excavadas en la roca o construidas mediante losas en un terreno llano, poseen corredor de acceso y cámara funeraria. En ocasiones, cuando las dimensiones lo exigen, aparece ésta sostenida por gruesas pilastras talladas. La mayor representación de pintura etrusca se halla en las decoraciones de las cámaras funerarias. Las más antiguas (antes del siglo IV) muestran a animales y temas relacionados con los ritos funerarios, mientras que las de fecha posterior se refieren a luchas juegos escenas de caza, banquetes, danzas, y asuntos de la vida cotidiana, evolucionando hacia el realismo clásico. La escultura etrusca se manifiesta en piedra, mármol, alabastro marfil y sobre todo en bronce, en el que nos ha dejado obras tan famosas como la Loba Capitolina, la Quimera, el Orador, etc. También se distinguieron los etruscos en la escultura en terracota; en ella realizaron sorprendentes sarcófagos policromados en los que aparece la imagen del cadáver en gran tamaño semincorporado y acompañado de su esposa. Fueron también los etruscos hábiles en las artes de la fundición, grabado, cincelado, repujado y moldeado del bronce, de la plata y del oro. Prueba de ello son las cistas, cráteras, fibulas, pendientes y espejos conservados. Estos últimos generalmente en bronce y a veces en plata, presentan una de las caras cuidadosamente bruñida y otra decorada con representación de divinidades y héroes. Sometidos militarmente e incorporados por los romanos antes de estallar la primera guerra púnica, lucharon activamente para conseguir los derechos de la ciudadanía romana. Sila suprimió los últimos intentos nacionales, haciendo ejecutar a los ciudadanos principales destruyendo sus ciudades y repartiendo sus tierras. De este modo terminó, después de diez siglos la nación etrusca.