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Se llama mampostería (del latín: manus-positus ‘mano-poner’) al sistema tradicional de construcción que consiste en erigir muros y paramentos mediante la colocación manual de los elementos o los materiales que los componen (denominados mampuestos), que pueden caracterizarse por estar con o sin labrar (o con una labra muy tosca).[1] Los materiales más comunes de construcción de mampostería son los ladrillos, piedras de construcción como el mármol, granito[2] y piedra caliza, piedra fundida, bloques de hormigón, bloques de vidrio y tapial.[3] La mampostería es generalmente una forma de construcción muy duradera. Sin embargo, los materiales utilizados, la calidad del mortero y la mano de obra, y el patrón en el que se ensamblan las unidades pueden afectar sustancialmente la durabilidad de la construcción de mampostería en general.
Este sistema permite una reducción en los desperdicios de los materiales empleados y genera fachadas portantes; es apta para construcciones en alturas grandes. La mayor parte de la construcción es estructural.
A la disposición y trabazón dadas a los materiales empleados en los muros se llama aparejo.
En la actualidad, para unir las piezas se utiliza generalmente una argamasa o mortero de cemento, cal y arena con la adición de una cantidad conveniente de agua o un mortero de cemento de albañilería (que se fabrica a base del residuo del cemento), y arena con la adición de una cantidad conveniente de agua. Antiguamente se utilizaba también el barro, al cual se le añadían otros elementos naturales como paja, y en algunas zonas rurales excrementos de vaca y caballo.[cita requerida]