Fuente natural de
agua que brota de la tierra o entre las rocas. Puede ser permanente o temporal. Se origina en la filtración de agua de
lluvia que penetra en un área y emerge en otra, de menor altitud, donde el agua no está confinada en un conducto impermeable. Los cursos subterráneos a veces se calientan por el contacto con
rocas ígneas y afloran como aguas termales. Los pozos artesianos son
manantiales arificiales, provocados por el hombre mediante una perforación a gran profundidad y en la que la presión del agua es tal que la hace emerger en la superficie. Los antiguos griegos y romanos rendían culto a las fuentes naturales, las que generalmente eran consagradas a un dios o a una diosa. El famoso
manantial de aguas termales de Bath, en el sudoeste de
Gran Bretaña, fue consagrado por los romanos a
Minerva, diosa de la sabiduría y de la guerra. Las fuentes ornamentales, en las ciudades de los siglos XVII a comienzos del XX, solían evocar ese carácter sagrado de los
manantiales mediante formaciones escultóricas que representaban a las antiguas deidades del agua.