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En astronomía, la precesión de los equinoccios o precesión axial es el cambio lento y gradual en la orientación del eje de rotación de la Tierra, que hace que la posición que indica el eje de la Tierra en la esfera celeste se desplace alrededor del polo de la eclíptica, trazando un cono y recorriendo una circunferencia completa cada 25 776 años, período conocido como año platónico, de manera similar al bamboleo de un trompo o peonza. El valor actual del desplazamiento angular es de 50,290966 segundos sexagesimales por año, o alrededor de 1 grado cada 71,6 años.[2][3]
Dado que los polos terrestres bambolean a ese ritmo, los puntos de la órbita en los que los polos están a la misma distancia del Sol también se desplazan a dicho ritmo y en dirección contraria a la de traslación de la Tierra. Cuando el planeta llega a esos puntos se produce el equinoccio y por ello son los puntos equinocciales. Su desplazamiento en dirección contraria al de traslación de la Tierra determina el nombre de «pre-cesión». Lo que en el bamboleo del eje corresponde a 50,29 segundos de arco por año, en la órbita corresponde a unos 36.300 kilómetros.
Este cambio de dirección es debido a la inclinación del eje de rotación terrestre sobre el plano de la eclíptica y la torsión ejercida por las fuerzas de marea de la Luna y el Sol sobre la protuberancia ecuatorial de la Tierra. Estas fuerzas tienden a llevar el exceso de masa presente en el ecuador hasta el plano de la eclíptica.[4]