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Los ácidos grasos saturados (también, grasas saturadas) son ácidos carboxílicos de cadena larga sin dobles enlaces entre sus átomos de carbono.[1] Se encuentran presentes en los lípidos, raramente libres, y casi siempre esterificando al glicerol (eventualmente a otros alcoholes). Son generalmente de cadena lineal y tienen un número par de átomos de carbono.[2] La razón de esto es que en el metabolismo de los eucariotas, las cadenas de ácido graso se sintetizan y se degradan mediante la adición o eliminación de unidades de acetato.[3] Hay excepciones, ya que se encuentran ácidos grasos de número impar de átomos de carbono en la leche y grasa de los rumiantes, procedentes del metabolismo bacteriano del rúmen, y también en algunos lípidos vegetales, que no se utilizan comúnmente para la obtención de aceites. De los ácidos grasos saturados cabe destacar que se diferencian de los insaturados en que todos los enlaces entre dos átomos de carbono son sencillos, mientras que en los ácidos grasos insaturados aparecen dobles enlaces.[4]
Tienen la cadena hidrocarbonada repleta de hidrógenos, por lo que todos los enlaces entre sus átomos de carbono son simples, sin ningún doble enlace, lo que se traduce en una estructura rectilínea de la molécula. Los ácidos grasos saturados son más comunes en los animales. Tienen un punto de fusión más elevado que sus homólogos insaturados por lo que son sólidos a temperatura ambiente.[5]
La mayoría de las grasas animales están saturadas. Las grasas de las plantas y del pescado son generalmente insaturadas.[6] Varios alimentos contienen diferentes proporciones de grasas saturadas e insaturadas. Muchos alimentos procesados, como los alimentos fritos en aceite hidrogenado y las salchichas, tienen un alto contenido de grasas saturadas. Algunos productos horneados comprados en tiendas también, especialmente aquellos que contienen aceites parcialmente hidrogenados.[7][8][9] Otros ejemplos de alimentos que contienen una alta proporción de grasas saturadas y colesterol incluyen productos de grasas animales como manteca de cerdo o schmaltz, carnes grasas y productos lácteos elaborados con leche entera o reducida en grasa como yogur, helado, queso y mantequilla.[10] Ciertos productos vegetales tienen un alto contenido de grasas saturadas, como el aceite de coco y el de almendra de palma.
Las grasas saturadas, un tipo de lípidos, son triglicéridos formados por tres moléculas de ácidos grasos saturados y una molécula de glicerol.[11]
Las pautas publicadas por muchas organizaciones médicas, incluida la OMS, han abogado por la reducción de la ingesta de grasas saturadas para promover la salud y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Muchos artículos de revisión también recomiendan una dieta baja en grasas saturadas para reducir los riesgos de enfermedades cardiovasculares, [12]diabetes o muerte.