Las plantas
suculentas son aquellas en las que la
raíz, el
tallo o las
hojas se han engrosado para permitir el almacenamiento de
agua en cantidades mucho mayores que en las plantas normales. Esta adaptación les permite mantener reservas de líquido durante períodos prolongados, y sobrevivir así en entornos áridos y secos que otras plantas encuentran inhabitables. El ejemplo más típico de suculencia es el de los
cactus, en los que el tallo contiene una gruesa capa de tejido parenquimático, pero existen varias otras familias vegetales que presentan el mismo fenómeno; las
suculentas no están genéticamente relacionadas entre sí, sino que han desarrollado independientemente rasgos similares en un proceso de
evolución convergente.