Después de la muerte de Alejandro Magno, sus generales se repartieron el imperio, siendo protagonistas durante veinte años de grandes luchas y peleas por obtener el poder. Fueron los llamados diádocos, (διαδοχοσ) o sucesores o herederos. La lucha entre ellos para obtener el poder y la hegemonía duró casi cincuenta años, hasta el 281 adC en que murió el último de los diádocos, Seleuco I Nikátor. Después de estos antiguos generales gobernaron los llamados epígonos (επιγονος), los nacidos después o sucesores. Antíoco II Teos (el dios), (c. 287-246 adC) fue rey de la
dinastía Seléucida y sucedió a su padre
Antíoco I Sóter. Reinó desde el 261 adC al 246 adC. El sobrenombre de
Teos se lo pusieron los ciudadanos de la ciudad de
Mileto (antigua ciudad jonia situada en el Asia Menor), en agradecimiento a haberles librado del tirano Timarco en el año 258 adC.