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Deportación es la expulsión de una persona o un grupo de personas de un lugar o un país. El término expulsión se suele usar como sinónimo de deportación, pero su uso se suele restringir al contexto de las Leyes Internacionales, mientras que la deportación se refiere a la ley nacional. El término deportación se aplica por igual a nacionales y extranjeros, no obstante, en el uso común la expulsión de los extranjeros suele denominarse deportación, mientras que la expulsión de los nacionales se denomina extradición, exilio (inducido) o destierro penal.
Actualmente, aunque no se colocara sello de deportación en el pasaporte, quedan registradas en el sistema de migración y se consideran personas ilegales. Por ejemplo, en el caso de los extranjeros, estos pueden ser deportados por intentar entrar al país sin acreditar los requisitos impuestos por el estado receptor (cantidad mínima obligatoria de dinero por cada día de estadía, vacunación, etc.) o por ingresar o haber ingresado con fines anticonstitucionales, haber cometido o intentado cometer algún delito (como permanecer en el territorio por más tiempo del permitido). En países como Rusia o Irán, la deportación del extranjero incluso puede llevarse a cabo por no ser heterosexual[1], un mal menor si se tiene en cuenta que una vez dentro de este último país podría ser condenado a la pena de muerte por lo mismo.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), una deportación se entiende como: Acto del Estado en el ejercicio de su soberanía mediante el cual envía a un extranjero fuera de su territorio, a otro lugar, después de rechazar su admisión o de habérsele terminado el permiso de permanecer en dicho Estado.[2]
Se ha aplicado como castigo, con fines aislacionistas o esclavistas. En algunos casos la deportación de comunidades tiene como causa la limpieza étnica o religiosa. En todo caso, las causales que han llevado históricamente a la deportación de cualquier grupo es considerada como un acto segregacionista y ha conllevado en diversas oportunidades graves abusos e incluso el exterminio o genocidio de poblaciones enteras. Por ejemplo, el sufrido en Rusia por los alemanes del Volga.
La deportación suele acarrear como consecuencia la pérdida de por vida del derecho a ingresar al país donde se produjo esta acción, tal como ocurrió con la expulsión de los alemanes étnicos tras la Segunda Guerra Mundial de los territorios en los que estos vivían pacíficamente desde hacía siglos, tiempo en que habían sido invitados a radicarse allí por los propios gobiernos locales.
El único país en que todas estas políticas fueron revertidas fue Alemania, el cual, ni bien terminó la dictadura, condenó a los principales responsables de implementarlas, volvió a abrir sus puertas a todos los expulsados otorgándoles la ciudadanía alemana, e incluso indemnizó a las víctimas con cifras millonarias. Además, fundó numerosas organizaciones que aún hoy se dedican al estudio y la condena de esas políticas pasadas, erigió gran cantidad de monumentos y costosos museos en su memoria, y ha hecho, desde entonces, grandes contribuciones monetarias y de tecnología militar hacia el estado de Israel, convirtiéndose en unos de los principales aliados. Alemania ha contribuido con cuantiosas reparaciones directamente a Israel a pesar de que este no existía como estado durante la Segunda Guerra Mundial, y Alemania nunca ocupó o atacó su territorio.