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En el islam, Dios (en árabe: ٱللَّٰه, romanizado: Alá, contracción de ٱلْإِلَٰه al-Ilāh, lit. «el Dios»)[1] es el ser eterno que originó la creación,[2] preserva todas las cosas[1][3][4][5] y luego la repetirá.[6] En el islam, Dios es concebido como absolutamente uno, único y perfecto, libre de todas las faltas, deficiencias y defectos, y omnipotente, omnisciente y completamente infinito en todos sus atributos, que no tiene compañero ni igual, siendo el único creador de todo lo que existe.[1][3][5][7] El islam subraya que Dios es estrictamente singular, todo misericordioso y compasivo, cuya misericordia lo abarca todo;[8] que no se adormece ni duerme, ni le repugna la decadencia ni la muerte.[9][10]
Según la teología islámica, Dios no tiene cuerpo físico ni género (no es ni masculino ni femenino), aunque siempre se le denomina solo con artículos gramaticales masculinos,[11] y no hay absolutamente nada que se le parezca en nada. Por lo tanto, el Islam rechaza la doctrina de la encarnación y la noción de un dios personal por considerarla antropomórfica, ya que se considera que degrada la trascendencia de Dios. El Corán prescribe el criterio trascendental fundamental en el siguiente versículo: «Ha creado parejas de entre vosotros y también parejas de entre el ganado para vuestro beneficio. Con ello os multiplica. No hay nada que se parezca a Él; Él es Quien todo lo oye, Quien todo lo ve» (42:11). Por lo tanto, el Islam rechaza estricta y categóricamente toda forma de antropomorfismo y antropopatía (es decir, la atribución de emociones o sentimientos humanos) del concepto de Dios.[12][13][14][15]
El concepto islámico de Dios hace hincapié en que es absolutamente puro y libre de asociación con otros seres, lo que significa atribuir los poderes y cualidades de Dios a su creación, y viceversa. En el islam, Dios nunca se representa en ninguna imagen. El Corán prohíbe específicamente atribuirle socios que compartan su singular soberanía, ya que se le considera el absoluto sin un segundo, indivisible e incomparable, que no se parece a nada y nada es comparable a él. Así pues, Dios es absolutamente trascendente, único y totalmente distinto a todo lo que hay en el mundo o de él, más allá de toda forma de pensamiento y expresión humana.[16][17] La descripción más breve y completa de Dios en el islam se encuentra en la Sura al-Ijlas.[18]
Según la corriente principal de teólogos musulmanes, Dios es descrito como Qadim[16][19] (Eterno, intemporal e infinito, que literalmente significa: «antiguo»), que no tiene principio ni fin; absoluto, no está limitado por el tiempo ni por el lugar ni por las circunstancias, ni está sujeto a ningún decreto como para ser determinado por límites precisos o tiempos establecidos, sino que es el Primero y el Último. No es un cuerpo formado, ni una sustancia circunscrita con límites o determinada por una medida; tampoco se asemeja a los cuerpos en cuanto a que puedan ser medidos o divididos. Tampoco existen sustancias en él; ni es un accidente, ni existen accidentes en él. Ni es semejante a nada de lo que existe, ni nada es semejante a él; ni está determinado en cantidad, ni comprendido por límites, ni circunscrito por diferencias de situación, ni contenido en los cielos, y trasciende los límites espaciales y temporales, y permanece más allá de los límites de la comprensión y las percepciones humanas.[20][21][18]
El islam pone un fuerte énfasis en la conceptualización de Dios como estrictamente singular; a este estudio se llama tawhid. El árabe es la lengua litúrgica de la religión, la palabra para referirse a Dios en árabe es الله (Allah) , que ha sido hispanizada como Alá, pues no consideran que Dios sea un título, sino un nombre propio único y merecedor, que es usado tanto por cristianos y judíos árabes como por los musulmanes. Los musulmanes consideran que el dios venerado en el Islam es el mismo del cristianismo (Dios Padre) y del judaísmo, es decir, el dios abrahámico.