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El ejército, en sentido general, es el nombre en español que reciben las instituciones encargadas de las acciones bélicas de un Estado. Como tal, cada país define tanto su estructura como el tipo y cantidad de unidades que lo formarán, su composición, sus misiones y su equipo.
Un ejército, también conocido colectivamente como fuerzas armadas, es una fuerza fuertemente armada y altamente organizada destinada principalmente a la guerra. Suele estar oficialmente autorizada y mantenida por un Estado soberano, y sus miembros se identifican por su uniforme militar distintivo. Pueden estar formadas por una o más ramas militares, como el ejército de tierra, la armada, la fuerza aérea, la fuerza espacial, y la guardia costera. La tarea principal de las fuerzas armadas suele definirse como la defensa del Estado y sus intereses contra las amenazas armadas externas.
En el uso general, los términos fuerzas armadas y militares suelen considerarse sinónimos, aunque en el uso técnico a veces se hace una distinción en la que las fuerzas armadas de un país pueden incluir tanto sus fuerzas militares como otras fuerzas paramilitares. Existen varias formas de fuerzas militares irregulares, que no pertenecen a un Estado reconocido; aunque comparten muchos atributos con las fuerzas militares regulares, es menos frecuente que se las denomine simplemente militares.
Los militares de una nación pueden funcionar como una subcultura social discreta, con infraestructuras específicas como viviendas militares, escuelas, servicios públicos, logística, hospitales, servicios legales, producción de alimentos, finanzas y servicios bancarios. Más allá de la guerra, el ejército puede emplearse en otras funciones sancionadas y no sancionadas dentro del Estado, como las amenazas a la seguridad interna, el control de la población, la promoción de una agenda política, los servicios de emergencia y la reconstrucción, la protección de los intereses económicos corporativos, las ceremonias sociales y las guardias de honor nacionales.[1]
La profesión de soldado como parte de un ejército es más antigua que la propia historia registrada.[2] Algunas de las imágenes más perdurables de la antigüedad clásica retratan el poder y las hazañas de sus líderes militares. La batalla de Kadesh, en 1274 a. C., fue uno de los puntos decisivos del reinado del faraón Ramsés II, y sus monumentos la conmemoran en bajorrelieve. Mil años más tarde, el primer emperador de la China unificada, Qin Shi Huang, estaba tan decidido a impresionar a los dioses con su poderío militar que se hizo enterrar con un ejército de soldados de terracota.