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El idealismo es la familia de teorías filosóficas que afirman la primacía de las ideas o incluso su existencia independiente. Afirman que la realidad, o la realidad que podemos conocer, es fundamentalmente un constructo de la mente o inmaterial. El idealismo supone que los objetos no pueden tener existencia sin que haya una mente que esté consciente de ellos. Para poder conocer las cosas, se debe tomar en cuenta la consciencia, las ideas, el sujeto y el pensamiento.
El materialismo rechaza el idealismo. El idealismo no es precisamente antagónico al realismo pues hay filosofías idealistas (idealismo objetivo) que postulan una existencia de objetos abstractos independientes del observador.
El filósofo George Berkeley dijo que la esencia de un objeto es ser percibido. Por el contrario, Immanuel Kant dijo que el idealismo "no se refiere a la existencia de las cosas", sino que "nuestros modos de representación" de las cosas como el espacio y el tiempo no son "determinaciones que pertenecen a las cosas en sí mismas", sino que son rasgos esenciales de la mente humana.[1] En la filosofía del "idealismo trascendental" Kant propone que los objetos de la experiencia se basan en su existencia en la mente humana que percibe los objetos, y que la naturaleza de la cosa-en-sí es externa a la experiencia humana, y no puede concebirse sin la aplicación de categorías, que dan estructura a la experiencia humana de la realidad.
Epistemológicamente, el idealismo se manifiesta como un escepticismo sobre la posibilidad de saber cualquier cosa independiente de nuestra mente. En un sentido sociológico, el idealismo enfatiza cómo las ideas humanas, especialmente las creencias y los valores, dan forma a la sociedad.[2] Como doctrina ontológica, el idealismo va más allá, afirmando que todas las entidades están compuestas de mente o de espíritu.[3] El idealismo rechaza así las teorías fisicalistas y dualistas, que no atribuyen prioridad a la mente. Una versión extrema de este idealismo puede existir en la noción filosófica del solipsismo.
En 1781, Immanuel Kant publicó su famosa Crítica de la razón pura, rechazando ambas posturas y proponiendo una alternativa. Según Kant, si bien todo nuestro conocimiento empieza con la experiencia, no todo se origina de ella,[2] pues existen ciertas estructuras del sujeto que anteceden a toda experiencia, en tanto son las condiciones que la hacen posible. La filosofía del siglo XIX se caracterizó en gran parte por ser una reacción a su filosofía,[3] comenzando con el desarrollo del idealismo alemán.
Algunos idealistas influyentes fueron Immanuel Kant, Johann Gottlieb Fichte, Friedrich Wilhelm Joseph Schelling, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Arthur Schopenhauer, Francis Herbert Bradley y Giovanni Gentile.